miércoles, 8 de mayo de 2013

Una perla



-Ayer se murió Vespasiano. Me dijo Maurizio mientras saboreaba un buen café en via dei Serpenti.
Él está leyendo Los asesinos del emperador  y con esas palabras mi amigo me ha indicado lo que significa la inmortalidad literaria, una de las formas más bonitas aunque también una de las más pobres de lo que comunmente se llama fama: viviendo el tiempo del relato revivía la vida y la muerte de tantos personajes.
Mientras se moría Vespasiano, ayer, yo entraba en una sala, tras un precioso patio, en una preciosa colina sobre Roma. En la sala, una señora nos mostraba viejas fotos con sus historias, historias de la propia foto, de la época, y de quienes en ella aparecían. Con esas fotos en blanco y negro ella hablaba de los colores de una pequeña calle, casi una acequia que abandona via del Babuino para regar los pies de la colina de villa Medici. Colores de azaleas, del travertino de la gran escalinata de Piazza di Spagna, de mejillas sonrosadas y vestidos de hilos maravillosos que recogen el gusto de la Ciociaria, esa zona de campiña hoy tan industrial al sur de Roma, colores del antiguo y desaforado carnaval.
Valentina Moncada, que así se llama la señora, encontró hace años en un desván un diario de su tatarabuelo el cual había creado varios estudios para artistas en los que posteriormente tendría su sede la Associazione Artistica Internazionale. Este diario fue una semilla regada con dedicación, aplicación y curiosidad hasta convertirse en un libro: Atelier a via Margutta, cinque secoli di cultura internazionale a Roma. Junto a esta acequia abundante y fresca, flores y frutos, colores y formas de las más diversas especies, iban tomando cuerpo con sabor de cielo, agua y tierra romanos.

Margarita: una perla. Personas e historias de personas surgen en torno a este canal de vida. Los tiempos han cambiado pero el agua, quizás ahora discurriendo escondida, sigue invitando a enraizar, a nutirse, a descubrir en la tierra trabajada a arte, todo el substrato necesario para nuevos frutos. Margarita excava un poco en busca de una fuente: el archivo de la Associazione Artistica Internazionale. Ojos de agua, materiales e información que un camión hace tiempo se llevó sin saber aún hoy dónde están. Palabras que están detrás de los colores y las formas explicando la vida cotidiana, los lugares y el tiempo que luego se convierten en frutos de arte. Quedan esos frutos, no sus plantas ni sus hojas, llevadas por el otoño del olvido o el descuido. Hojas escritas con savia de esta tierra, que han recogido su aire, que han buscado su sol y sufrido los avatares de la intemperie, suculentas como áloe o enjutas como agujas de pino.
Margarita es una perla con mil reflejos de luces, de colores, que han ido creciendo entorno a una semilla de tierra. ¡Qué alegría encontrar estas perlas! Margarita es una persona, una flor y un trocito de tierra, una calle quizás, vestida con los más variados colores de mil historias, reflejo de todos los tonos de mil hojas.
Ayer se murió el Vespasiano que vivía gracias a mi amigo Maurizio mientras yo me encontraba con Fortuny y Picasso dando un paseo desde la Academia del Gianicolo hasta via Margutta.

6 comentarios:

Luis C. Barrionuevo dijo...

Por un momento pensé que te habías olvidado de nosotros, ya veo que no... gracias por volver. Un abrazo.

Unknown dijo...

La Historia no sólo se hace con viejas piedras y nombres de emperadores que vivieron hace 2000 años, se hace con los frágiles restos de las vidas que rescatan los que aún tienen memoria para identificarlos.
Gracias a Margarita una parte de la historia, no por cotidiana menos importante permanecerá para el futuro.

Hyperion dijo...

Querido Luis: El olvido está más en la voluntad que en la memoria... aunque en mí ambas tienen sus pies de barro. Hay momentos en que alguna piedra hace resquebrajar los mejores intentos. Ten por seguro que compartir mi Roma contigo, con vosotros es siempre un placer y no quisiera renunciar. Ahí vamos. Gracias por la espera cariñosa.

Hola, Hesperetusa: Memoria y saber, para saborear y re-pasar, para lanzar hacia el futuro como un regalo... y de esto ¡cuánto sabes! En este camino qué bueno encontrar gente, escuchar historias. Me pongo a tu paso para seguir.

Serafin Martinez dijo...

De la misma forma que la luz que recibimos del sol la vemos ocho minutos después de que se haya producido, o que la recibimos de la estrella alfa Centauri tarde algo mas de cuatro años en llegar a nosotros, la escala es la misma: solo vemos el pasado. Aquí sucede lo mismo, desde el momento en que termina un hecho o una acción, ya es historia, y tan importante es la que se produjo hace un minuto como la que sucedió hace mil años. Tienes razón Hesperetusa, pero todo vestigio de historia es importante, solo que algunas historias dejan un rastro muy profundo en la evolución del ser humano, marcan un antes y un después en el destino de los hombres, y otras nos deleitan con el simple hecho de haberse producido.
Gracias Alberto, siempre merece la pena leerte.

Hyperion dijo...

Sin nuestro presente, en el que leemos, recibimos, vivimos, podrían seguir existiendo las estrellas y su luz pero no serían importantes, sorprendentes, con contenido, para nadie. Hacemos vivir la historia y, contigo, también mis palabras. Gracias a ti.

Isabel Barceló Chico dijo...

¡Como me hubiera gustado acompañaros en ese paseo, del Gianicolo hasta via Margutta, colgada de los labios o de la mano de Margarita o de la Valentina que encontró el diario de su abuelo! Cuánta hermosura hay en la memoria. Un abrazo, querido amigo.