viernes, 12 de enero de 2007

Vittoria o el encuentro de nuestro Pingüino en San Silvestro

‘Come portato ho già più tempo in seno
l’immagine, donna, del tuo volto impressa
or che morte s’appressa
con privilegio Amor ne stampi l’alma’

Estos son los versos de un tal Michelangelo Buonarroti a Vittoria Colonna. Son unos versos que nuestro querido pingüino viajero había leído hacía mucho tiempo y que se habían quedado en su memoria como ejemplo vivo de aquellas palabras del Cantar de los Cantares ‘fuerte es el amor como la muerte.’ Ahora, tras el buen café, momento en el que el tiempo se para para degustar, le había asaltado el fantasma de esta misteriosa mujer de los versos. Colores y poesía la rodeaban en su mente pero no conocía nada de quien había inspirado un sentimiento tal a uno de los mayores genios de estos extraños seres humanos, reflejo de la naturaleza y fuera de ella.
Ya que estaba cerca del Pantheon se fue a la Biblioteca Casanetense y entre sus ficheros, aún en papel y madera, encontró lo que buscaba: palabras sobre esta mujer que vive en pleno renacimiento romano, hija del gran Fabrizio Colonna, esposa con 19 años de Ferdinando Francesco d’Avalos, viuda a 35 años y sin hijos.
Los papas no le dejaron entrar en un convento y ella se ocupó de ‘sanar el amor’: ayudó a cortesanas y prostitutas en su camino hacia una nueva vida y fue amiga, sin erótico juego, de artistas con los que se reunía en la terraza del monasterio de San Silvestro comunicante con los jardines del Palazzo Colonna, en el Quirinal.
Y allá se va, nuestro Eneas del Polo. Subiendo la cuesta de Via IV Novembre, dejando de lado torres y palacios, llega a esta anónima iglesia de oscura fachada que no atrae a los turistas. Cerrada. Pero no desiste y espera. Llama al timbre en un portal. Tras un rato de incertidumbre, milagrosamente, se abre la puerta y sube por una escalera hasta entrar en la iglesia con una única nave. Por un instante le pareció sentir su presencia, como “l’immagine, donna, del tuo volto impressa” y su memoria reevocó con vívidos colores los lugares en que Michelangelo mostró con su arte el rostro de quien tanto quería, el azul intenso del Juicio y la oscuridad de la Cruz. La Capilla Sixtina en la que asiste a la escena con temblor y serenidad a los pies del Juez-Amor y la Catedral de Logroño en la que a los pies de la Cruz, presta su rostro a María Magdalena y se abraza al leño en donde su Amor contempla el cielo antes de morir.
Mientras baja las escaleras a saltitos nuestro amigo sonríe levemente con mirada alegre. A distancia de tantos siglos, Vittoria deja nuevamente en el alma su huella, que habla de serena belleza y amistad.

5 comentarios:

Isabel Barceló Chico dijo...

La iglesia de San Silvestro al Quirinale es una de las más desconocidas, quizá porque está siempre cerrada. A mi me gusta muchísimo (la he visitado 3 ó 4 veces). Aunque es monumento nacional, no es famosa. Quizá también influye que resulta un poco rara, porque para abrir la vía a la que te refieres, hubo de ser recortada, por lo que la fachada actual no es demasiado bonita. Según me dijo el cura que actúa como párroco, al hacer ese recorte se eliminó una escalera realizada por Miguel Ángel. Gracias al pingüino por estos recorridos tan encantadores. Saludos cordiales.

Hyperion dijo...

Esos son los 'recortes' romanos. En una ciudad que no está hecha para ser 'moderna' de espaldas a su gran historia es un problema hacerla actual. Y siguen las polémicas (Ara Pacis). Ayer en el nuevo Auditorium (nuevo y hermoso) ha habido una lección de historia sobre el Sacco di Roma y el s.XVI romano. Interesantísima y ¡llena de gente! La historia y la actualidad que en Roma podrían encontrarse tan-bien.

Isabel Barceló Chico dijo...

¿No tomarías notas? Es un episodio terrible del cual se habla muy poco. Hubo dos pintores de grisallas, muy famosos en la época pues pintaron cantidad de fachadas, Polidoro y Maturino, que huyeron por motivo del sacco y uno murio y el otro no regresó jamás. Pues justamente en la iglesia de San Silvestro de la que hablamos, queda una capillita lateral pintada por ellos. Es una de las escasísimas obras que restan, porque las de fachadas no han sobrevivido. Si no te has fijado en ella, vale la pena. Tiene unos angelotes que son una delicia. Tengo alguna foto, de modo que si las necesitaras para identificar la capilla, te la puedo enviar.
Te confieso que envidio absolutamente al pingüino.

dog save the queen dijo...

pedazo de blog!

gracias de parte de un lucense appena arrivato a Roma ;)

os seguire de cerca...jeje

Hyperion dijo...

Bienvenido paisano. Te deseo lo mejor. Ya nos contarás de tus experiencias romanas.