martes, 19 de abril de 2016

Junto al antiguo puerto de Trajano.

La eternidad ya la tengo, el tiempo no.
Esto que sabía, hoy lo he sentido.
No es importante cómo ha llegado a formarse esta certeza, quizás todo empezó por alguien, o es fruto de intentar explicar lo que he ido viendo, o por lo que luego he pensado. Ahora no es importante saberlo, lo he sentido, y parece que todo cobra sabor, sabor de nueces.
Se está acabando esta carrera alocada. Ya me he cambiado la ropa. Con la velocidad y el camino mal cuidado ha sido bastante complicado. Ahora ya puedo volver a ser la mujer a quien esperan.
El tiempo se acaba, corre con el sol poniente. Ya veo su reflejo sobre el lago de Trajano, allí donde dicen que atracaban las naves otrora. El tiempo con su corriente lenta, quiere también ponerme arenas movedizas, lodos, hacer que el curso cambie discurriendo sinuosamente. El tiempo y el Tíber han alejado el mar ¡Cuánto lo añoro! Casi como el sabor a nueces. ¿Cuándo llegaré? Tarde. El deseo es tanto que hace nacer el miedo. Noto que aún viviendo en cada instante no poseo nada. Sea cuando sea, un después sin final vendrá.
Puerto de Trajano a finales del s. XVI

Sin embargo, no sé si dentro de un instante quien me tendría que esperar aún estará allí, en el lugar pactado. No sé si el barco estará preparado o simplemente me robarán al vernos en tan poca compañía. No sé cuando Luis, rey sol que como al astro nada se le esconde, sabrá de mi fuga efectiva qué sentimiento despertará en él la noticia. Sé que conoce mis planes pero en este tiempo ¿qué habrá cambiado en él?¿qué podrá cambiar mientras dure el viaje que vendrá, si vendrá? ¿qué harán los Colonna, mis hijos, el papa, el embajador de Francia? En este tiempo no hay lugar. Ahora no queda un momento para seguir siendo la misma María Mancini. No hay vuelta, aunque al final vuelva, será para siempre luego. Ahora ya se fue.
Sabor de nueces, áspero e intenso, en la boca, en la garganta, en la boca del estómago. El tiempo viaja conmigo en mi carroza y está impaciente por darme un beso. Siempre espera y nunca llego. Sabor a nueces, polvo y mar.
Ojalá tenga tiempo para saborear lo que siento y no sólo la certera eternidad.

5 comentarios:

Iliada dijo...

Cuando la eternidad se transforma en encuentro con tu reflejo,con tu propia alma junto a ese Sol,a ese mar qué esperan bajo el sinónimo de esperanza y fe,todo llega.Todo se logra.
Basta vencer el miedo y rozar el cielo,al igual que antaño.
Solamente así,se aprecia el valor de ese momento compartido,sentido y que aún permanece en ese rincón mágico,especial.
Ese momento que tiene su sabor genuino a nueces y a verdad.

Hyperion dijo...

Decisiones, dudas, miedos mezclados con esperanzas e ilusiones. Imaginaba así ese momento saliendo de Roma disfrazada y sin saber lo que le esperaba. Quizás no todo llega, pero creo que ella ese momento lo saboreó intensamente.

Ana dijo...

Qué historia tan triste...búsqueda constante de algo que ya ni existía ni le pertenecía, que nunca podría alcanzar. No le bastó con guardar aquel recuerdo como algo precioso. El corazón seguramente le jugó una mala pasada apartandola del verdadero camino para alcanzar la felicidad.

Hyperion dijo...

Hola, Ana: Por lo que conozco de ella, no escapó para buscar algo ya pasado. Quería hacer algo nuevo, dejar una situación insostenible (seguiré escribiendo sobre ello), arriesgando todo sin confiar en los sentimientos actuales de los demás y muy consciente de las dificultades. No quería volver a la situación de su juventud sino aceptar ese futuro, el que quedara, el que fuera, no como una 'corazonada' sino con meditada decisión. Hay cosas que salen mal (amargura) pero ante ellas no deja de vivir e ir adelante (sabor a nueces).

Ana dijo...

Gracias por la explicación!!!Una buena manera de aprender sobre personajes históricos.Esperaremos a la continuación...